Bartolo Messina: "¿Mis caballos? Nada de cabestros, solo confianza."

En los últimos años, una figura se ha consolidado como una de las más auténticas y poéticas del panorama ecuestre europeo: Bartolo Messina, artista y entrenador que ha hecho de la libertad la esencia de su lenguaje escénico. Messina, rostro icónico de CAVALLUNA, el espectáculo ecuestre internacional que fusiona teatro, música y técnica, ha estado de gira por Europa desde 2014/2015, cautivando al público con su emblemático número de doma en libertad: caballos sin riendas ni cabezadas, guiados únicamente por la confianza y un vínculo forjado con el tiempo.
Nacido y criado en Ischia, Bartolo, heredero de una familia con los caballos en su ADN, ha transformado un rincón de la isla en un pequeño oasis de armonía entre el hombre y el animal. Su "granja" no es solo un centro de entrenamiento, sino una verdadera comunidad donde caballos, ponis y mascotas conviven en simbiosis diaria. De ahí nace su forma de trabajar: sin forzar, respetando los ritmos y la sensibilidad de cada animal.
En el escenario de CAVALLUNA, su espectáculo destaca no solo por la elegancia de sus movimientos, sino también por la variedad de caballos que participan: una potra Appaloosa, dos Tinker, dos Lusitanos, un KWPN, un Árabe y un Cartujano. Un grupo diverso que crea un espectáculo dinámico, rico en contrastes y momentos de ternura.
La fuerza de Bartolo reside no solo en la espectacularidad de sus actuaciones, sino también en el mensaje que transmite: una relación con el caballo basada en la comunicación silenciosa, la empatía y el compartir. Cada movimiento, cada paso, cada cambio de ritmo nace de una conexión construida con el tiempo, sin coerción. Es un trabajo paciente, profundo, casi invisible. Pero ahí reside precisamente el verdadero valor de su arte.




Artista refinado y consistente, Messina representa hoy una voz original y creíble en el mundo ecuestre. Con él, la libertad no es solo una técnica, sino un estilo de vida. Y el eco de esa elección, tomada entre los campos de Ischia y las arenas de Europa, sigue emocionando a los espectadores de todo el mundo.
Bartolo, cuéntanos la esencia de este espectáculo. ¿Cuál es su significado y qué lo diferencia de otras actuaciones ecuestres? «Mi actuación de estilo libre es extremadamente desafiante porque no hay herramientas de control: ni cabestro, ni silla, ni riendas. Los caballos trabajan conmigo por convención, no por coerción. Es un proceso largo, basado en la confianza, donde se me reconoce como un referente, casi un líder dentro de la manada. Es un trabajo etológico y conductual, basado en la comunicación silenciosa».
Y los caballos que te acompañan son realmente especiales... «La mayoría de los caballos que ves conmigo han sido rescatados de situaciones difíciles, de un pasado difícil, y hoy han renacido. Hemos encontrado una verdadera simbiosis. Por eso nunca me centro en la cantidad: puedo trabajar con ocho o diez caballos, pero lo que importa es la calidad de la relación que hemos construido. Mis caballos trabajan porque quieren, porque se sienten libres, en paz. Y cuando los veo a mi lado, relajados, sin tensión, entiendo que el camino es el correcto».
Estás presentando este espectáculo por toda Europa, y ahora incluso en Marruecos, para el rey. Pero también regresas a casa, a Isquia, para "Intrasatta". ¿Qué significa eso? "Siempre digo: llevar a mis caballos por todo el mundo, empezando desde una pequeña isla mediterránea, es un inmenso orgullo. Pero volver a casa tiene un valor que ningún escenario internacional puede igualar. Actuar frente a tus amigos, tu familia, entre quienes te vieron crecer, es una sensación diferente, más intensa. No es fácil, porque, como sabemos, nadie es profeta en su tierra. Pero la idea de Sasà Improta, la más joven del grupo, nos animó a creer de nuevo, a regresar y a compartir esta experiencia con nuestro público local".
Sin embargo, montar un espectáculo en Ischia implica desafíos considerables, incluyendo algunos logísticos. "Por supuesto. Quienes viven aquí saben que tener caballos en una isla es un gran sacrificio. Solo la comida, el heno, el transporte... todo es carísimo. Pero lo hacemos con todo el corazón, porque para mí, los caballos representan la redención social. En un país donde si no eres futbolista, pareces invisible, he encontrado otra manera de destacar en el mundo de los caballos, y Dios me ha dado la oportunidad de hacerlo a un alto nivel. En septiembre, estaremos en Marruecos, invitados por el rey: un gran honor, considerando dónde empezamos."
¿Cuál es la diferencia entre un recinto con capacidad para 15.000 espectadores y una actuación en la isla, en un ambiente acogedor? «La diferencia reside en la energía. En los grandes eventos, está el espectáculo, el estruendo de los aplausos. Aquí, sin embargo, hay calidez humana, los rostros de quienes te conocen. Y también el reto de convencer a quienes nunca han visto nuestro trabajo en vivo de lo que significa. No nos interesa montar un espectáculo a toda costa. Nos interesa transmitir un mensaje: respeto, comunicación y disfrute sano entre el hombre y el caballo. En Alemania y el norte de Europa, existe una auténtica cultura del espectáculo ecuestre; saben distinguir a un artista experimentado de alguien que simplemente improvisa. Aún tenemos trabajo por hacer, pero estas oportunidades sirven precisamente para eso: informar, concienciar y enseñar respeto».
Y todo esto, siempre con los caballos como protagonistas. «Siempre. Son nuestro reflejo. Y verlos actuar con serenidad, por convicción y no por obligación, es la confirmación de que vamos por buen camino. Darlo a conocer, demostrarlo, es nuestra misión».
Il Dispari